El nacimiento de un bebé es un evento que produce gran alegría y que a su vez representa un enorme desafío para la familia. Todas las personas buscamos que nuestros hijos alcancen un óptimo estado de salud, y para ello se debe, entre diferentes factores, lograr un adecuado aporte nutricional.
Para las personas, alimentarse significa mucho más que comer. La comida implica el desarrollo de estímulos sensoriales, la incorporación a las raíces culturales y un acceso a la integración social. Es un lugar de encuentro, identidad y comunicación. Así, la lactancia materna representa el primer encuentro nutricional y psicoafectivo que tenemos las personas. En este proceso se produce un aprendizaje compartido, donde se identifican diferentes sentimientos y necesidades. Hambre, cansancio, sueño, molestias, placer y juego comienzan a decodificarse y se fortalece así, el vínculo entre la madre y su hijo o hija. Cuando por alguna razón, la lactancia se ve impedida, la persona que esté al cuidado del bebé deberá mantener y desarrollar esta tarea utilizando las fórmulas lácteas hoy comercializadas. La mirada, el sostén y la contención, serán las herramientas necesarias para disfrutar del lazo afectivo y lograr una buena comunicación.
Son bien conocidas las ventajas de la leche materna. Entre ellas, siempre destacamos que es segura e higiénica, brinda sustancias que actúan como barrera de defensas para infecciones, previene la obesidad en la adultez y fortalece el vínculo materno. En la mamá, amamantar brinda protección para el cáncer de mama y ovario, disminuye la depresión posparto y ayuda a recuperar el peso previo al embarazo. Es por todas estas razones que desde los equipos de salud recomendamos fuertemente brindar lactancia materna siempre que sea posible, idealmente en forma exclusiva los primeros 6 meses de vida y continuándola hasta los 2 años.
Sin embargo, no siempre es fácil amamantar. El cansancio, las lesiones en los pezones, la forma de succión de algunos bebés, el estado de salud al nacer, son todas variables que debemos tener en cuenta para estimular la lactancia, especialmente los primeros meses de vida.
Proponemos algunas recomendaciones para los problemas más frecuentes:
Dolor en el pezón: Se produce cuando la succión comienza con los conductos aún vacíos. Lo mejor es comenzar a masajear el pecho antes de colocar al bebé hasta que salgan las primeras gotas y rotar las posiciones de succión.
Grietas en el pezón: Las lastimaduras se producen por dificultades en la prendida. Conviene formar el pezón antes de colocar al bebé, masajear los pezones con el mismo calostro antes y después de cada mamada, rotar las posiciones, siempre comenzar por el pecho menos dolorido y no bajar la frecuencia en las mamadas.
Baja producción: Existen momentos críticos en la producción láctea. Es común una autorregulación a los 15 días y a los 3 meses de vida, además hacia el 4to. Mes, los bebés tienden a ser más observadores del mundo exterior por lo que las mamadas son cortas e intermitentes. Asimismo, puede producirse menos cantidad de leche ante un nuevo embarazo o ante alguna situación de crisis o angustia en la mamá. En todos estos casos, siempre es importante mantener la frecuencia en la alimentación, propiciar en la mamá un buen descanso y una adecuada hidratación.
Mastitis: Se produce cuando la obstrucción de un conducto estanca la leche y facilita una sobreinfección. En estos casos, la mamá tendrá fiebre y una zona del pecho rojiza y dolorosa. Es importante consultar al equipo de salud para iniciar tratamiento en forma precoz. En la gran mayoría de los casos se recomienda continuar amamantando.
Dificultades en la prendida: Algunas veces, a los bebés les cuesta prenderse y succionar en forma adecuada. Es importante que la mama esté tranquila, encontrar una posición cómoda con un buen sostén del bebé y que los intentos sean frecuentes pero breves. ¿Cómo sé si el bebé está bien prendido?:
- Tiene la boca bien abierta (como un bostezo).
- No se prende sólo del pezón, sino también de parte de la areola (zona oscura que lo rodea).
- El labio inferior está volcado hacia afuera.
- El mentón y la nariz del bebé están tocando el pecho.
- Las mejillas se ven redondeadas.
- Las mamadas lentas y profundas, a veces con pausas.
- Se puede ver u oír al bebé tragar.
Es importante destacar que todas estas eventualidades son muy comunes y pasajeras, y que siempre pueden consultarse con el equipo de salud. La gran mayoría de las veces, con un asesoramiento adecuado, suelen evitarse o resolverse rápidamente.
En resumen, para una mejor lactancia debemos
- Generar un ambiente cálido y agradable.
- Ayudar a un buen descanso de la mamá.
- Propiciar que la lactancia sea una elección.
- Facilitar agua para mantener la hidratación, se recomiendan entre 2 y 3 litros de agua por día.
- Asegurar una alimentación variada que incluya frutas y verduras de todos los colores, legumbres y cereales, suficientes lácteos o derivados, y adecuado aporte de carne y/o huevo.
Por último, recordemos que dar el pecho requiere de la participación de toda la familia, brindando acompañamiento y contención.
Dra . Alejandra Ariovich
Médica Pediatra
MN 105160
Staff Planearte