Salud en las organizaciones

Todo es Cuestión de Actitud

“Sólo es cuestión de actitud” dice Fito Páez en su tema de 1992. Y si leemos a los autores más recientes de psicología positiva, o vemos cómo trabajan hace ya algunos años las áreas de RRHH en la selección de personal, vemos que Fito no se equivoca.

Empecemos por tratar de entender a qué nos referimos cuando decimos que todo es cuestión de actitud. Y para esto, me permito citar al speaker español Victor Kupper, especialista en psicología positiva, que nos presenta la siguiente fórmula:

V=(C+H)*A

Así, Victor explica que V representa nuestro valor en el ámbito que queramos definirlo. Por ejemplo. nuestro valor como profesionales, como compañeros, pareja, amigos, etc. (elegí el que vos prefieras).

Entonces, nuestro Valor estará dado por la ecuación formada por:

C = nuestro conocimiento
H = nuestra habilidad
A = nuestra actitud

Claro está que desde el punto de vista matemático, el factor más importante en la ecuación, es la A. Ya que si ella fuera igual a cero, sin importar el valor de C y H, el resultado de la ecuación sería cero. O sea que no importa qué tanto conocimiento y habilidad tengamos. Si no contamos con la actitud necesaria, nuestro valor se ve gravemente disminuido.

Pero te invito a repensar este concepto desde otro punto de vista, en particular el que usamos desde Recursos Humanos al momento de seleccionar y evaluar al personal.

Para eso, la mejor manera de entenderlo es pensar estos distintos aspectos de la persona que estamos evaluando, como si conformarán un Iceberg.

En la cima del mismo, es donde encontramos la “C” el conocimiento, el saber. ¿Y por qué en la cima? Porque el conocimiento es lo más fácil de ver. Ya que con sólo hacer algunas preguntas, podemos fácilmente descubrir si la persona que está siendo evaluada sabe o no del tema o incluso que tanto sabe.

En el siguiente nivel, un poco más abajo de la cima, justo antes de llegar al nivel del agua encontramos la “H”, la Habilidad. O sea, el saber hacer, el conocimiento puesto en práctica. Un ejemplo de esto se observa con claridad en los pilotos, médicos y muchas otras profesiones en las que más allá de las horas de cursada, se requieren horas y horas de práctica de sus estudiantes antes de poder ejercer. A fin de justamente transformar todo ese conocimiento teórico adquirido en clase, en habilidad práctica.

¿Y cómo la evalúo?

Fácil: alcanza con pedirle a quien está siendo evaluado, que nos muestre cómo hacer aquello que quiero evaluar.

Y por último, volviendo a la analogía del Iceberg, ya debajo de la línea de flotación y mucho más difícil de ver, encontramos la actitud/aptitud necesaria para llevar adelante el rol correspondiente.

Y lo ubicamos en el fondo del iceberg no sólo porque es el más difícil de evaluar, sino porque además es la base sobre la que se montan el conocimiento y la habilidad. O sea, que sin la actitud/aptitud correcta, no importa qué tanto conocimiento y habilidad tengamos, el iceberg simplemente se desmoronará.

De hecho, la historia está llena de deportistas, escritores, actores, arquitectos, etc. brillantes, que simplemente se rindieron muy pronto o nunca tuvieron la actitud necesaria para afrontar las dificultades requeridas para alcanzar el éxito.

Pero al margen de todo esto, lo que tal vez hace a la actitud el componente más importante de esta tríada, es que ningún factor externo puede crearla si ella no está.

Por ejemplo, al evaluar a un candidato para un puesto, si no cuenta con los conocimientos necesarios, la empresa puede enseñarle. Si no cuenta con las habilidades necesarias, puede entrenarlo. Pero si no cuenta con la actitud correcta y necesaria, no hay mucho que la empresa ni nadie pueda hacer al respecto.

No hay programa de capacitación, entrenamiento ni medicación, que cree la actitud correcta cuando ella no existe. Y esto se ve en muchas industrias, como por ejemplo la de la hospitalidad, donde la actitud correcta para lidiar con gente o hacer ese esfuerzo extra para satisfacer a un cliente difícil, es mucho más importante que el conocimiento o la habilidad.

Entonces, esperando haber sido lo suficientemente claro con el tema de hoy, me despido no sin antes preguntarte: ¿Estás encarando tus días con la actitud correcta para poder lograr lo que querés? Y si no es así, ¿Qué estás necesitando para hacerlo? Te invito a pensarlo.

Lic. Jonatan Gutman
Especialista en Habilidades Blandas
Staff Planearte

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