Estamos en un momento de la historia en donde el ritmo social y laboral actúan directamente sobre nuestro estilo de vida. La cotidianeidad está marcada por largas jornadas donde la sensación de un tiempo escaso es el denominador común. Las personas vivimos esta falta de tiempo con una sensación de ansiedad, a la que reconocemos como estrés.
Hoy, aprender a manejar el estrés es un desafío generalizado en gran parte de la población.
¿Qué es el estrés?
Desde las ciencias de la salud, se denomina estrés a la reacción fisiológica del organismo generada frente una situación amenazante o desafiante. Cuando el cerebro interpreta un estímulo externo como un factor de alto riesgo, el cuerpo libera múltiples sustancias del sistema neuro-endocrino destinadas a protegernos. Se utilizan así distintos mecanismos de defensa: se tensionan los músculos, aumenta el pulso y el cuerpo entra en un estado de alerta. Cuando el estímulo cesa, el cuerpo finaliza la reacción mediante el llamado sistema parasimpático, regresando a un estado de equilibrio u homeostasis. Sin embargo, cuando se presentan algunas situaciones problemáticas de forma crónica, el estrés puede durar largos períodos de tiempo, superando el potencial del equilibrio del cuerpo. Estos niveles exagerados de estrés serán causales del llamado estrés crónico, caracterizado por fatiga, mayores niveles de ansiedad, irritabilidad e ira.
Es interesante destacar que el estímulo recibido por las personas es de índole subjetivo, aquello que puede ser sencillo para un individuo puede resultar extremadamente alarmante para otro.
¿Cómo hace nuestro cuerpo para producir esta respuesta?
La sustancia que más se libera en las situaciones de estrés es una hormona conocida como cortisol. Ésta, nos da la capacidad de responder rápidamente ante diferentes estímulos. Para poder generar este golpe de energía, el cortisol produce una descarga de glucosa en sangre permitiendo que nuestros músculos puedan reaccionar con mayor rapidez. Sin embargo, si sufrimos de estrés por largos períodos de tiempo, los niveles altos de esta hormona de forma prolongada nos pueden traer problemas en nuestra salud. Entre ellos encontramos un aumento de la glucosa en sangre, un impacto sobre el sistema inmunológico, un aumento de la presión arterial, una sensación de ansiedad o nerviosismo, alteraciones en el ciclo menstrual, modificaciones del patrón del sueño, aparición de acné o eczemas en la piel, y muchos más que todavía no fueron estudiados. Debemos tener en cuenta que, si alguna persona ya padecía alguna de estas situaciones clínicas, el estrés será un factor agravante.
Existen otras sustancias que se liberan además del cortisol. La adrenalina es un neuro-transmisor que dilata las vías aéreas y contrae los vasos sanguíneos para que el cuerpo se encuentre en condiciones óptimas para enfrentarse ante una situación difícil. Una vez que se termine el peligro, se producirá una sensación de agotamiento físico. El glucagón, por su parte, se encarga de que el hígado libere glucosa cuando el cuerpo lo necesita. Otros neuro-transmisores y hormonas cumplirán distintas funciones, siempre destinadas a preparar al cuerpo para una situación de peligro.
Tipos de estrés:
Existen dos tipos de estrés según su duración en el tiempo:
El estrés agudo es aquel que se manifiesta en un corto plazo de tiempo y es causado por una situación puntual extremadamente alarmante. Este tipo de estrés puede ser padecido por cualquier persona y sus síntomas tienen distintos grados de magnitud. Es común observar dolores musculares, dolor en el pecho, cefalea y malestar estomacal. En los casos más severos pueden aparecer sensación de despersonalización, dificultad para reconocer el entorno e incluso amnesia disociativa. En estas situaciones será importante consultar con algún especialista del área de la salud mental.
El estrés crónico, en cambio, sucede cuando los estímulos percibidos como alarmantes se presentan en forma reiterada en el tiempo. Comúnmente, el cuerpo responde con distintos síntomas que se van agravando con el correr de los días, semanas o meses. Este estrés es el que hoy nos preocupa como sociedad, pues está cada vez más extendido en la población.
¿Cuáles son los síntomas del estrés crónico?
Para poder manejar el estrés, es importante conocer cuáles son los síntomas que puede generar en nuestro cuerpo. Los más comunes son:
- Diarrea, dolor de panza.
- Dolores de cabeza.
- Enfermarse seguido.
- Falta de energía y concentración.
- Problemas sexuales.
- Contracturas.
- Bruxismo.
- Problemas para dormir o dormir demasiado.
- Pérdida o aumento de peso.
¿Cómo podemos regular el estrés?
A veces podemos reconocer su origen e intentar buscar otras maneras para lidiar con las situaciones difíciles. En esos momentos, se recomienda no manejar el estrés con hábitos poco saludables: comer en exceso, fumar cigarrillos y cambiar el patrón de sueño nos puede dar una satisfacción inmediata al problema, pero a largo plazo, el impacto será negativo.
Por lo tanto, aunque no encontremos los problemas que nos dan estrés, recomendamos mantener una serie de hábitos en nuestra vida diaria:
- Fijar horarios laborales.
- Asegurar un buen descanso.
- Mantener tiempo de esparcimiento y/o de ocio.
- Realizar ejercicio regularmente.
- Mantener una alimentación saludable.
- Evitar el sobreuso de pantallas.
- No aislarse, es decir sociabilizar o juntarse con amigos regularmente.
Es importante saber que, si percibimos síntomas de estrés crónico, es recomendable buscar ayuda de algún profesional de la salud. Hoy en día sentirse estresado o ansioso es vivido como “normal”, sin embargo, a largo plazo, nos puede traer problemas en nuestra salud.
Conocer qué es el estrés y cómo manejarlo, nos ayuda a llevar una vida placentera y más saludable.
Dr. Manuel Escudero
Médico Clínico. Infectólogo
MN 101067 – MP 448200