El asma es una enfermedad crónica de las vías respiratorias que afecta a personas de todas las edades, siendo más frecuente en aquellas con antecedentes personales o familiares de alergias de distintos tipos. Hoy es una de las principales enfermedades crónicas no transmisibles. Si bien pueden presentarse casos graves, esta afección se suele controlar con el tratamiento adecuado y las personas que la padecen pueden llevar a cabo una vida normal.
¿Por qué se produce?
El asma es una afección respiratoria consecuente a interacciones complejas, tanto ambientales como genéticas, donde se genera una inflamación del árbol bronquial que aumenta el grosor de sus paredes e incrementa la producción de moco. Esta situación se presenta especialmente en las personas con alguna predisposición genética, razón por la cual es más común observar sus síntomas entre familiares. Asimismo, las alergias, como los eccemas y la rinitis evidencian respuestas anómalas del sistema inmunológico y constituyen un factor de riesgo característico de esta afección. Así, la llamada crisis asmática se origina por una respuesta inmunológica exagerada a algún factor desencadenante en un árbol bronquial previamente inflamado, a través de la cual se produce la contracción del músculo que rodea a los bronquios obstruyendo su luz e impidiendo el normal pasaje del aire.
Es muy difícil encontrar una causa directa, generalmente la obstrucción bronquial se presenta como el resultado de una serie de situaciones concomitantes. Dentro de los disparadores más importantes se encuentran:
- Las infecciones respiratorias virales
- La presencia de humo o polvo en el ambiente
- La polución ambiental de las grandes ciudades
- El tabaco, ya sea por exposición directa o indirecta
- Los cambios climáticos
- El estrés emocional
- El reflujo gastroesofágico
Reconocer los síntomas para un diagnóstico precoz:
Los síntomas varían en cada persona. Es común que exista únicamente tos seca a predominio nocturno y su exacerbación durante el ejercicio o con la risa. Este síntoma puede persistir durante largos periodos de tiempo, pasar desapercibido y constituir la antesala de una crisis asmática. Así, ante algún desencadenante, se dispara la broncoobstrucción en forma aguda, donde la sintomatología es florida y la consulta deberá hacerse con urgencia.
Los principales síntomas de una crisis asmática incluyen:
- Dificultad para respirar, incluso en reposo
- Tos seca persistente
- Sibilancias con la salida del aire al respirar
- Sensación de pecho cerrado u oprimido
Un diagnóstico adecuado es fundamental para un buen tratamiento y una vida normal, pero debido a que sus síntomas son muy parecidos a otras enfermedades respiratorias, su sospecha diagnóstica se dificulta. Así, su diagnóstico se basa en la presencia de los síntomas clásicos, el conocimiento de la historia clínica y en algunas pruebas específicas de función pulmonar, como la espirometría y medición de flujo de aire realizada por los especialistas en neumonología.
Formas de tratamiento:
Las medidas de abordaje en el asma transcurren en dos líneas paralelas: el tratamiento preventivo y el tratamiento de rescate. Ambos deben lograr un buen control de los síntomas para minimizar el riesgo futuro.
El tratamiento preventivo es aquel que tiene por objetivo mantener una vía aérea saludable y se respalda en cuatro ejes esenciales:
- La educación del paciente y el autocuidado: La actividad física periódica, el no uso de tabaco, la correcta vacunación contra la gripe y contra el neumococo evitan la irritación de la vía aérea.
- El cuidado del medio ambiente: Minimizar la exposición a los factores desencadenantes como el humo del tabaco, desodorantes, sahumerios o polvo permite evitar un empeoramiento en los síntomas.
- El monitoreo clínico periódico: La identificación precoz de los cambios en los síntomas a través de las pruebas respiratorias específicas facilita prevenir o estar preparado para una crisis asmática.
- El uso de fármacos específicos: La utilización de medicación en forma inhalada envía el fármaco directamente a los bronquios de menor tamaño para actuar con mayor precisión. Los inhaladores habituales contienen dos tipos de medicamentos: los broncodilatadores, que abren las vías respiratorias y los corticosteroides, que reducen la inflamación.
El tratamiento de rescate, por su parte, es aquel que se instaura en una crisis asmática. En el mismo es muy importante utilizar los medicamentos específicos previamente indicados por el profesional de la salud, como así también acercarse al centro de emergencias más cercano.
El asma es una enfermedad que con un diagnóstico oportuno y tratamiento adecuado, las personas que la padecen puedan tener una vida sin complicaciones.
Dr. Manuel Escudero
Medico Clínico. Infectólogo
MN 101067. MP 448200
Staff Planearte