Hola! Hoy quiero invitarlos a conversar sobre un tema que afortunadamente lo escucho cada vez más. Sea por la fama y avances de las neurociencias o las películas de Disney, personalmente celebro el escuchar la popularidad de que han ganado últimamente las emociones.
Así, antes de sumergirnos en la importancia de cómo transitamos y manejamos nuestras emociones, es crucial comprender qué son exactamente las emociones y cuál es su función en nuestras vidas.
Entonces, luego de leer diferentes profesionales, me permito una definición mixta creada por cosas que tomé de cada autor, estableciendo a las emociones como experiencias subjetivas que surgen en respuesta a estímulos internos o externos. Desde la alegría hasta la tristeza, desde el miedo hasta el amor, las emociones nos guían, informan y enriquecen nuestra experiencia humana. Son el condimento de la vida, agregando color y sabor a nuestras interacciones y decisiones diarias.
¿Cuál es su función?
Bueno, las emociones cumplen una serie de roles importantes en nuestra vida. En primer lugar, actúan como señales de nuestro mundo interno y externo, informándonos sobre lo que nos importa, lo que valoramos y lo que necesitamos. Por ejemplo, el miedo puede señalar un peligro potencial, mientras que la alegría puede indicar que hemos alcanzado un objetivo importante.
Además, las emociones también desempeñan un papel crucial en nuestra toma de decisiones y comportamientos. Influyen en cómo percibimos y evaluamos situaciones, así como en las acciones que tomamos en respuesta a ellas. Por ejemplo, dada una situación X, seguramente actuemos/reaccionemos distinto frente a ella según la emoción que estemos experimentando, claramente no será igual si la emoción es ira o gratitud.
Ahora, ¿cómo afectan nuestras emociones a nuestra salud? Esta es una pregunta fundamental y relevante. Dado que las emociones mal gestionadas o reprimidas pueden tener consecuencias significativas para nuestra salud y bienestar en general.
Por ejemplo, muchos profesionales de la salud coinciden en cómo la represión crónica de emociones como el estrés, la ira o la tristeza, puede repercutir en una serie de problemas de salud física y mental, como el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales, ansiedad, depresión, agotamiento emocional, etc.
Del mismo modo, el estrés crónico, alimentado por la incapacidad de gestionar eficazmente las emociones, puede debilitar nuestro sistema inmunológico y aumentar nuestra vulnerabilidad a enfermedades y trastornos de salud mental.
Por otro lado, cuando aprendemos a reconocer, aceptar y gestionar nuestras emociones de manera saludable, podemos promover un mayor bienestar en todas las áreas de nuestra vida. La práctica de la inteligencia emocional y las habilidades de regulación emocional nos permite responder de manera más adaptativa y constructiva a los desafíos que enfrentamos, fortaleciendo nuestra resiliencia y promoviendo una mayor satisfacción y calidad de vida.
En resumen, nuestras emociones son elementos fundamentales de nuestra experiencia humana, que influyen en nuestras percepciones, decisiones y comportamientos. Su gestión adecuada es esencial para promover una buena salud física, mental y emocional, y para cultivar una vida plena y satisfactoria, motivo por el que se hace fundamental poder reconocer las emociones que nos embargan y dar lugar a lo que ellas nos piden.
Las neurociencias nos dicen que toda emoción nace desde nuestro pensamiento. O sea, desde lo que pensamos sobre lo que nos sucede (situación o circunstancia que enfrentamos), por lo que si aprendemos a cambiar lo que pensamos entonces cambiaremos nuestras emociones. Pero lo cierto es que en la práctica esto no es tan simple, por lo que, si creés necesitar asistencia para administrar y manejar tus emociones, no dudes en buscarla, ya que sin duda el bienestar que logres en ese plano repercutirá en tu salud general y calidad de vida.
Lic. Jonatan Gutman
Especialista en Habilidades Blandas
Staff Planearte