En los últimos años, el término “Agile” o “Ágil” se ha convertido en moneda corriente, incorporándose al diccionario de organizaciones de todo tipo, tamaño y rubro pero lamentablemente pocos hacen uso efectivo de lo que convertirse en “Ágil” significa.
Pero empecemos por el principio, ¿dónde nacieron las metodologías ágiles? ¿Qué son? ¿Qué proponen? ¿Por qué debería adoptarlas en mi trabajo?
Todo se inició a fines de la década del 90´ en la industria de desarrollo de software, cuando diferentes especialistas del sector comprendieron que la forma tradicional de trabajo (método lineal de Waterfall o cascada) generaba grandes demoras en la entrega de un producto final.
Generando cada vez más choques y rispideces con los clientes, produciendo trabajo extra, negociaciones y discusiones interminables que impactaban en los costos del proyecto, la calidad del producto final y sobre todo en la salud y bienestar de un equipo de trabajo cada vez más estresado, frustrado y agotado.
Finalmente en febrero del 2000 un grupo de especialistas del sector reunidos en un retiro en Utah y tras compartir sus mejores prácticas, crearon lo que llamaron el “Manifiesto Ágil”.
Un modelo de mejora continua orientado no a trabajar más rápido, como muchos creen a partir del término “Ágil”, sino a trabajar de manera más inteligente.
Este concepto que originalmente nació para el desarrollo del software, se extendió por las diferentes industrias y áreas de las organizaciones, volviéndose un faro para aquéllas interesadas en evolucionar y no perderle el tren al famoso mundo VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo).
Así antes de poder llevar a la práctica cualquiera de las metodologías ágiles que están tan en boga (Scrum, Kanban, etc.), la invitación de Agile es a cambiar nuestra manera de pensar para luego cambiar nuestra forma de hacer.
Agile nos invita a dejar de lado antiguas nostalgias del “siempre se hizo así”, comunicaciones estancadas en silos creados por áreas o departamentos, procesos y planes escritos en piedra, para hacer foco en nuestro propósito, potenciar y empoderar a equipos multidisciplinarios, agilizando la comunicación y alentándolos a experimentar de manera segura a fin de encontrar el mejor camino para adaptarnos a un mundo que cambia a gran velocidad, sin perder de vista el objetivo principal de toda organización que es el de aportar valor a nuestros clientes.
Adicionalmente y como efecto secundario de incorporar la agilidad en nuestra organización, obtendremos equipos y colaboradores más motivados al sentir que hacen la diferencia a través de sus aportes, generando también un mejor clima de trabajo y sentido de pertenencia con la organización.
Este proceso de mejora continua que propone la agilidad, termina entonces no sólo por cambiar la forma de trabajo y el resultado del mismo, sino que en muchos casos ha generado una bocanada de aire fresco en el desarrollo de los equipos, creando así un círculo virtuoso de bienestar para los miembros de la organización y en consecuencia, para la organización misma. Marcando un antes y después en la carrera de las organizaciones por mantenerse al ritmo de un mundo cada vez más complejo y demandante.
¿Tu organización es Agile? Si no, te invito a pensar qué tanto está necesitando y qué beneficios crees podría traerle comenzar a cambiar su mindset!!
Lic. Jonatan Gutman
Consultor- Facilitador en Habilidades blandas y negocios
Staff Planearte