La adolescencia es el período de la vida en el cual se producen los cambios físicos del desarrollo puberal, la transición psicológica hacia un pensamiento abstracto y la proyección hacia la autonomía social y económica. Los cambios vividos en esta etapa tendrán un efecto directo sobre el cuerpo y la piel será partícipe activa de este proceso.
Así, durante la pubertad y adolescencia, la piel recibirá el impacto de los cambios hormonales, la influencia directa de las vivencias emocionales y los vaivenes de los cuidados en los diferentes momentos de esta etapa. A estos factores debemos sumar la acción del sol, el rápido crecimiento corporal, la higiene y el uso de productos de maquillaje y limpieza. Todas estas variables afectarán de modo directo a la piel y es nuestro deber promover su cuidado.
En este apartado hablaremos del acné en la adolescencia y las recomendaciones para un mejor control de su evolución.
¿A qué llamamos acné?
El acné es una afección cutánea que puede aparecer en cualquier edad, sin embargo, es durante la adolescencia donde se observa con mayor magnitud. Se caracteriza por distintos tipos de lesiones ubicadas principalmente en la cara, el pecho y la espalda, que van desde comedones y pápulas a lesiones más inflamatorias como pústulas y nódulos.
¿Cómo se produce?
Si bien es multifactorial, hay tres elementos fundamentales para su desarrollo: la proliferación de las células de la unidad pilosebácea, el aumento de la secreción de las glándulas sebáceas y una des-regulación en la actividad inmunológica que facilita la inflamación local por los gérmenes de la piel. La acción de las hormonas sexuales, especialmente los andrógenos, tiene especial participación sobre las glándulas sebáceas, aumentando el crecimiento celular y produciendo mayor secreción de sebo. Este mismo sebo es el que al acumularse tapona los conductos excretores produciendo el llamado punto negro o espinilla. Luego, se producirá la inflamación e infección con los diferentes micro-oganismos de la piel dando origen a las diferentes lesiones típicas del acné. Una vez producida la lesión, el grado de inflamación varía en cada persona y en cada etapa del individuo. La evolución de las lesiones del acné dependerá de múltiples factores asociados, como la carga genética, las emociones y el estrés, la exposición solar, la higiene sobre la piel y probablemente algunos hábitos nutricionales. Es importante destacar que cuando las lesiones por acné no son adecuadamente tratadas, el cuadro puede complicarse y dejar cicatrices.
¿Por qué es importante su tratamiento?
La presencia de acné en el rostro de las personas tiene un impacto psicosocial muy importante, más aún si éste fuera inflamatorio con cicatrices asociadas. Recordemos una vez más que en la adolescencia se forja la identidad de las personas y la percepción del cuerpo y su imagen adquiere especial importancia. Si el compromiso de la piel ocurre en esta etapa de la vida, el efecto negativo sobre la personalidad y la autoestima será mucho mayor.
¿Qué podemos hacer para mejorar la evolución del acné?
La primera medida que se debe tomar es reconocer el problema y actuar en forma precoz. El equipo de salud debe tener en cuenta que una vez que aparecen lesiones por acné debe iniciarse un tratamiento adecuado para disminuir las complicaciones. Pensar que “es cuestión de edad” y que “ya pasará solo” produce mayor riesgo a una evolución tórpida.
Es esencial entonces, reconocer el tipo de acné que se padece para determinar las posibles complicaciones y adecuar el tratamiento a cada individuo.
El tratamiento del acné es arduo y de lenta respuesta, por lo que deberá generarse un muy buen vínculo entre el profesional y el paciente, entendiendo que el tratamiento irá ajustándose en cada etapa y que los resultados muchas veces tardarán meses en hacerse visibles.
El primer paso y común a todos los estadíos del acné es mantener una higiene adecuada y evitar todo elemento abrasivo sobre la piel. Esto es especialmente importante en aquellos jóvenes que usen productos de maquillaje.
El segundo ítem es aclarar que la evolución del acné es por brotes, por lo que habrá momentos buenos y momento malos del tratamiento. Estos brotes están íntimamente ligados a dos factores: el estrés emocional y los ciclos hormonales. Reconocer ambos desencadenantes favorece mantener la adherencia al tratamiento.
En tercer lugar, hoy existen múltiples tratamientos farmacológicos para prevenir y tratar las lesiones inflamatorias. En los casos leves, los tratamientos suelen ser tópicos, es decir sobre la piel. Cuando las lesiones se agravan pueden agregarse distintos fármacos en forma sistémica como antibióticos, tratamientos hormonales o de acción directa sobre la piel. La adecuada elección de uno de estos medicamentos o su asociación por parte del profesional dará lugar a un tratamiento individualizado y personal.
Por último, una vez que el acné ha dejado secuelas podrá actuarse directamente sobre las cicatricen en diferentes tratamientos de dermoestética.
En conclusión, podemos decir que el acné es una de las afecciones más frecuentes de la piel, su evolución será muy diferente en cada individuo y tendrá momentos mejores y peores. El desafío será lograr un tratamiento a medida de cada persona y así evitar el impacto psicosocial.
Dra. Alejandra Ariovich
Médica especialista en Pediatría y Adolescencia
Staff de Planearte